jueves, 13 de marzo de 2008

Tío Bewrkzogues

De Osvaldo Lamborghini.
Hoy reconocido como uno de los pilares fundamentales de la nueva narrativa argentina, nació en Buenos Aires en 1940 y murió cuarenta y cinco años después en Madrid. En vida publicó tres libros: El Fiord (1969), Sebregondi retrocede (1973) y Poemas (1980). Tío
Beewrkzogues forma parte del segundo libro. http://photos1.blogger.com/blogger/6231/1586/320/lamborghini1.0.jpg


No se puede responder. No se puede responder. No se puede responder. 4) No se puede responder.
No se puede responder. No se puede responder. 3) No se puede responder. No se puede responder.
La estrangulé. La estrangulé con una corbata roja a pintas blancas. Después la poseyí. ¡Lo costosas que han sido estas nupcias! Oh madre, oh madre, oh madre. No se puede responder. 2) No se puede responder. No se puede responder. No se puede responder. Papá mirame a los ojos. Cuando tenga una casita blanca, completa-blanca, juro que no la mancharé de sangre. Me cuidaré bien de hacerlo. Será una casita blanca perfecta sobre una loma verde y yo. Yo no asesinaré a nadie ahí. Salvo algún descuido o desliz. Este liz. A nadie ahí asesinaré. Matar es un disgusto. No mataré entonces en la casita blanca como la leche. Allí no habrá ninguna salpicadura de sangre, ningún huesito con la huella de mis dientes. Ni la gillete estará oxidada por causa oscura, ni nadie me vendrá con frases de cordel, el cordón de la cortina, la corbata. Cortar. Ni la frase ni el calibre de la frase. Tirale bajo, a las piernas no más alto. No haré nada malo allí. Matar. Por favor. No mataré a nadie más nunca más. Aunque no me den esa casita blanca. Puede ser simplemente un techo, aislado, desplazable, un sombrero, sí, un pedazo de poste común para apoyar la espalda. No. No mataré a nadie más. Concha. A los que aman a los locos y a los asesinos, yo digo, yo les enseñaría a andar amando. Dádmelos. Sí. No mataré a nadie más, me cortaré las manos antes de hacerlo. No voy a matar a ningún niño más por tentador que sea su cuerpiño: a ningún niño. Matar es un disgusto.
¡Matar, matar, matar es un digusto!
1) No se puede responder.
Papá, papaz, papaí, paisá, paisagrí. Paz y tardanza. 0) No se puede responder. Pero ya dije que no mataré nunca más a nadie. Chorreante de lágrimas cuando recibí el telegrama lloré como un. Un loco. Tíó Bewrkzogues ha muerto. Lloré. En el estilo más chileno. La muerte la tiene con otros. Yo corazón planchado en oro y guasca trenzada. El ex yo paradito y disimulado. Pero no: no mataré nunca más. Abrieron el celular a la mañana. Abrieron otro celular. Del segundo abierto bajaron las mujeres. La moda era de cadenas arrolladas a la cintura. Bajaron del celular tintineando las cadenas, tin tin desde temprano. El primer abierto era de hombres. Bajaron. Y aquí estamos. Era eso. Allá él el que lo enfrente. Si éste es Pepe, perfecto: éste es Ramón. Cosa cosa, evidente. Dos y uno para el descarte. Mujeres con conchas. A una fila. Otra fila hombres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .un vigilante hijogris. Cree que así debe ajustarme las esposas. Me lastima las muñecas inú
tilmente. Con un poco nomás basta. La cárcel tiene sus ventajas. Es preferible la cárcel estable a andar rondando de comisaría en comisaría. La ciudad no es cruel. Sólo un imbécil puede quejarse de una ciudad organizada. Todo está perfecto. Quiero estar solo en la casita blanca. Que no me dejen a nadie para no caer en la tentación. O sí, a muchos. Aunque no hay muchos. Ni uno.
Oh madre, el casamiento debió resolverse en el simple civil, seguido de un almuerzo entre los íntimos. Pero tú te obstinaste en las modas que tú llamabas modas napoleónicas. Te quitaste la sandalia de oro y adelantaste tu piecito para que yo lo besara, temblando. Tú te obstinaste. Sonreías en lo alto y yo crujía en lo bajo, luchando con la incomodidad de mi ropa de gala, el maldito espadín, la congestión de todos mis rasgos. Me puse a fumar, hice humo, y tú diste la orden de enganchar los caballos, a la moda, ibas con los pezones al aire, con el tul rozando. Oh madre. ¿Por qué has hecho nupcias tan costosas si tu hijo no puede permanecer erguido frente a ti?
La cantina estaba llena. Me quedé frente al micrófono con la boca abierta, sin poder cantar ni entender. La cantina estaba llena. No se puede responder. Preguntándome en otras ocasiones qué hacer cuando no había. Nada que hacer. Quedarse en aquella cocina distante mirando por la ventana distante, mirando dos árboles en ojiva. Quedarse todos los instantes sin nada que hacer, no se puede responder, no se puede responder. Cada canto tiene sus grietas. Es el cantor el que se pierde, pero. No se puede responder. La cantina estaba llena. Tercera Parte, Capítulo XII. En El Fiord se lee, sorpresivamente: «Entonces apareció mi mujer». Entonces se lee. ) No se puede responder. Padre nuestro que estás en los cielos, esquizofrénico, yo por mí no hubiera matado, fue por los otros: yo era demasiado extrovertido. La portera pretendió prohibirme la entrada a mi propia casa, cosas que a mí me pasan. Luchamos junto al ascensor. No quería dejarme entrar a mi propia casa. Echado de mi casa, expulsado hasta la desolada esquina opuesta, pensé, llegué a pensarlo: si me echa no vuelvo nunca más a esta casa. Padre cerdo que estás en la mierda, tu lugar si allí te veo almibarado en grumos, yo por mí hubiera matado a los otros, no a mí mismo, quieto basta. Pero me retraje. Introvertido. Papá mimame los ojos No se puede responder o se puede responder se puede responder e puede responder puede responder uede responder ede responder de responder e responder responder esponder sponder ponder onder nder der er r
Novena Parte. Capítulo III. En la novela, el marqués de Sebregondi dijo: «¿Y Dios es éste, este pendejo que por haberse metido en el Liceo Militar va a salvarse de la colimba?» Dijo, y se sintió justificado en su homosexualidad –activa– y confirmado, conforme en su extrema, cada vez más extrema necesidad de droga. Paciencia, dijo. Culo y terror. Tenía un pene digital, falangíneo. Ortopédico, un aparato brilloso le servía de mano: se la habían cortado. Anduvo por ahí y anduvo por aquí. Bulineando y otras cosas. Se lo recibió primero en familia, hasta que apareció que era un guacho. Tanteó. Hizo su cuento. Lo apartaron. Conocía algunas cosas de cirugía y se metió en las bandas, operaba. Heridas de bala. Allá él, allá su muñón. Aquí. Matar es un disgusto.
Y dificultades en la defecación y en la eyaculación, una pasta verde. Y yo no hablaría así de política. E1 tío Bewrkzogues se baja los pantalones. Es un día de mayo en la caliente Europa. La hierba crece. El tío Bewrkzogues yace. Dar siempre en la tecla como le corresponde a todo europeo: para algo inventaron la tecla. La hierba crece: otra vez. El tío Bewrkzogues se baja los pantalones y espera a los mocetones que vuelven de las eras. Cuando vengan nos perderemos la escena...
Gitano, gitano... ¡Gitanillo!


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